Entre la Sombra y el Grito
prosa poética por David Fernández Rivera
I
De los prados ya sólo queda el desconsuelo de un vago recuerdo infantil bajo el alumbrado indolente de la urbe.
1: El hombre de vitruvio
En las tapicerías del imperio, las hogueras
se solapan bajo el delirio de una membrana tricolor. En cuanto al
suburbio individual, quizás puedan escuchar cómo se desprende la ceniza
de los últimos prófugos del silencio. Es el miedo a lo diferente,
por ello los relojes reculan bajo lo que muchos creen ver en la plegaria
de un neón arrugado, mientras los rincones violetas se consumen en
el incendio de la moda.
2: «El engaño del hombre»
La comedia ahoga con sus máscaras el rumor de la anarquía. Quizás
ya no pueda perdonar la impotencia de quienes la engendraron bajo
el sepulcro de una divisoria de banderas. Ahora, ya sólo nos queda
el recuerdo del incendio bajo los casquillos de un arcángel de ágata.
Entretanto, el verdugo acomoda los gritos de la rosa bajo la conjura
de las hordas del asfalto.
3: La niña muerta
Quizás se apague la raíz del candelabro, ahora que los púlpitos se
embriagan bajo las cúpulas empedradas de las ventas. Allí, cerca de
la plataforma del puerto, los raíles nos llevarán al extremo opuesto
de una ciudad decimonónica, donde todavía se reproducen los desérticos
boscajes de la niña muerta.
II
Creí poder quererla cada vez que
sembraba el desamparo
de una rosa sobre la piel de un relámpago.
2: Ella
Pocos saben que oculté mi sentencia bajo el parapeto de la sazón,
y es que yo también envidié a los comediantes cuando descubrían con
su jerga mecánica un orfanato de bocas. Curiosamente, también quise
conocer los corredores del deseo. Sin embargo, la condena todavía
esconde el empeño de otros labios tras el collar de la dársena. Es
entonces cuando quisiera no echarte de menos.
4: La canción del suicida
El encaje sofocante de la urbe se desploma sobre el hastío operático
de la nueva arquitectura. Entretanto, los paseantes languidecen aplastados
bajo las fachadas inconclusas del agrupamiento. Él no puede comprenderlo,
por ello continúa asomado al dramático rumor de la cornisa, donde
muchos le llaman enfermo. Sin embargo, son muy pocas las ambulancias
que se adivinan tras la mancha prolongada y gris de la metrópolis.
III
Por veces, la propia agonía se olvida de la muerte con la esperanza de sucumbir a un «te quiero».
1: El regreso
Nunca creí poder regresar con las claridades suburbanas de mi niñez…
Entre otras cosas, porque todavía sigo blandiendo la fisonomía de
mi propia impotencia. Sin embargo, ahora que te he conocido, pienso
que tan sólo los subterráneos diques del miedo podrían convertir el
cromatismo del bosque en el retorno de un adiós.
Sin embargo, no son pocas las noches en las que sueño la libertad de mi propia ausencia.
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DAVID
FERNÁNDEZ RIVERA.
Vigo, España (1986), poeta, actor, director y dramaturgo. Inicia su
carrera con una gran precocidad al mostrar y escribir algunos de sus
primeros espectáculos con apenas quince años de edad. Estos primeros
montajes fueron recogidos en poemarios como Caminando entre brumas
(Premio TH al mejor poemario del año) o El Silencio de las Hadas.
En esta primera etapa, Rivera reflexiona sobre todo sobre el código
comunicativo de la lírica contemporánea, intentando retomar la figura
del trovador como modo de manifestación por excelencia de su trabajo,
no en vano, en más de una ocasión llegó a definirse como un cantautor
que ha decidido elegir el recitado como modo de expresión básica.
Posteriormente editaría poemarios como Canciones de mi ausencia,
Sentimiento y luz,
Corceles o Entre la sombra y el grito, de próxima publicación
(y al que pertenecen la selección aquí publicada). En ellos se muestra
con total clarividencia el paso de una reflexión sobre el código poético
a una profundización principal en aspectos propios del conocimiento,
el lenguaje y demás temas sociales.
Como actor debutaría profesionalmente de manos de Roberto Cordovani
a finales del 2007, coprotagonizando Isadora Duncan.
Posteriormente trabajaría nuevamente con Arte Livre, como actor de
reparto en Evita, Eva Perón. Ya en el 2008 se haría cargo de
la dirección de Lidia/Cuando el toro es una mujer, coprotagonizando
el espectáculo con Patricia Clark sobre un texto de Ángel Padilla.
Es por entonces cuando funda su propia compañía, no sin antes haber
dirigido y actuado en versiones anteriores de La Guadaña entre
las flores, todas ellas dentro de la creación independiente. Asimismo
podríamos reseñar su trabajos en radio como colaborador y director
en programas de Radio Ecca, Radio Voz y Cadena 100 (Emisión cultural
Ecca) o su trabajo como colaborador en revistas nacionales e internacionales,
trabajando también como iluminador y dramaturgo para diferentes productoras
españolas.
Contactar con el autor:
torodehierro2[at]hotmail.com
Ilustración: Fotografía por
Pedro M. Martínez ©
(Poemas publicados en el
n.º 47
de la Revista Almiar,
julio-agosto de 2009.
Página reeditada en septiembre de 2021)