Rastros sobre el agua
Siesta
poema por Sofía Serra Giráldez
... Y tu sueño alondrado guarda
raíces de encinas.
Nabucodonosor en calma, tu mano
acaricia el viento de todas las yerbas.
Y yo quisiera gritar para dibujar en los sordos perfiles
con la hoja de mi ira contenida, la suprema muerte de tu afán,
de tu miel de boca,
arañando, socavando, hiriendo la desdichada piel que asume la función de
terrena./
No se oyen,
o yo no los oigo,
mas carga desde mi centro la palanca,
y no debe ser objeto de vacío sin física.
No oyen,
no conocen, no pueden agonizar con mis lamentos sonoros,
ni con tus mudos jirones de verbo.
Sólo quiero pervivir,
para que conozcan, para que sepan,
para que giren sobre sus órbitas desnudas,
para poder imprimir sobre sus globos celestes la fuerza centrífuga
del conocimiento,
de supremo amor,
de dolor ajeno, del infinito miedo.
En tus ojos,
de miel,
entierro la vacuidad de esta sementera.
Demasiado dolor,
demasiado lamento,
demasiado dolor para tan muda errante.
Tan muda como la piedra,
tan callada por todos como la sirena, blanca,
tan pétrea que ni los niños consiguen resbalar por su cola de azucena
primaveral.
Y yo,
de duelo repleta,
llena de ruido,
colmada en mis huracanes,
mareada en el torbellino de miradas opacas,
sólo atino a escribir,
o enmudecer,
hacer caer las murallas de esta sitiada fortaleza.
Grito ronco,
sonoro, de desvío en el sol, en el aire del horizonte de la temprana helada;
grito sin sol ni yerba, ni eco.
... Al vacío,
al frío,
al blanco,
... a la calma chicha...
¡Ay, velas!, ¿cuándo batiréis palmas?
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Ilustración: Fotografía por Sofía Serra ©
sserragiraldez [at] yahoo.es
▫ Poemas publicados en Revista Almiar (2009). Web reeditada en enero de 2020.