Presentes
y dispuestos
Andrés
Martínez Franceschi
Pasan los días
y nosotros aquí, presentes y dispuestos. En el olor de la
mañana, rozando el mediodía, se recibe la mercancía. A las
doce, abrimos al público. Luego, algún que otro aroma a
salsa de los platos que levitan en las bandejas. El restaurante
es ajeno a horarios, siempre estático, esperando. Vivimos
todos los días aquí dentro. El bigote de Vidal, el hablar
lento de Héctor (¿pensará lento? Siempre es más seguro,
se aprovecha mejor el tiempo), los rasgos marcados de Jaime…
Son pocos los días de mucho trabajo, los otros pasan despacio.
Alguno sentado junto a la ventana, otro parado como una
estatua y así… Si los pensamientos hablaran sería un bullicio.
Eso de que es por la plata ya
no me lo creo. Sólo fue primera impresión.
El casi no conocernos, el convivir diario, las charlas
casuales, la risa de José, el cocinero, que se escucha desde
el salón, mi distancia de jefe. Todos los días la perfecta
repetición. No es por la plata: algo o alguien o quizás
este breve y misterioso relato nos ha impuesto esta inercia,
este compartir indiferente de nuestras almas y su total
impotencia ante el tiempo. Todos lo saben, pero no lo disciernen.
Nuestra tarea de equipo es flotar en él, todos los días.
Por eso estamos aquí.
Los ojos de Vidal, que está sentado
junto a la ventana, permanecen bien abiertos, mirando nada,
descansando de su pensar por un instante. Algo que pensé
ayer, lo pensé hoy y mañana también. De pronto sale el sol
y la claridad de las paredes resplandece, resplandece mi
piel y me duelen los ojos. La luz no resiste el tiempo y
se disipa, se va, se vuelve a nublar. Pero nosotros aquí,
en el estático, estoico y eterno restaurante, presentes
y dispuestos.
CONTACTAR CON EL AUTOR:
andalmar[at]yahoo.com
ILUSTRACIÓN RELATO: Fotografía por
Pedro Martínez ©
|