Orilla señalada
Empujado por la furia del sudeste regresas
a tu redil de antaño
en el que nadie te fijaba límites y eras libre de orillar tu antojo.
Río, espejo gredoso de tu lecho
ancestro de mis raíces terrenales
donde sólo fui espera para el cuerpo
que ansiaba verte majestuoso.
Porque corrías cual vertiente alegre y horizontal en el cauce
—Testigo de epopeyas y jornadas. Embozado vigía en la batalla—.
Imponente es tu manto color pardo con remolinos insondables y arrebatos.
—Compañero calmo del centinela—.
—Vengativo soldado en la vanguardia—.
Tu historia es de esencia y correntadas con el vientre lleno de peces
(similares a tu alma)
(La dulce esperanza de las aldeas reclinadas sobre el agua de tus bandas)
Sólo el viento pampa te acomoda al oriente
apretando tus orillas en la costa alta.
Siempre espero verte león del agua cruzar las praderas onduladas
verter los designios de otras razas en las voraces mareas del océano.
Escucho tu mensaje, lo comprendo, soy pasajera de tus ondas largas
del variable carácter que poseas
y heredaste en la creación primera.
—La temida oscuridad y la nada—
Tú, decidiste ser inmenso río
yo, tomé la ruta del alma por etapas
juramenté por vos, aquí me tienes, instalada al borde de mis ansias.
Quiero elevar en tierra mi canto de sirena
pues descendiente soy de tu materia
y ansío nutrir de camalotes
el recinto donde descanse mi esperanza.
En mi voz, un leopardo ruge altivo mientras disfrazo lágrimas no lloradas
o mimetizo el torrente de mis venas
contemplando tus infinitos ojos claros.
Espero el evidente mandato
que nos vuelva al comienzo y origen de la vida
para estar juntos, (ser uno)
sin diferencias ni orilla señalada.
Contactar con la autora: ceortiz03[at]yahoo.com.ar
Ilustración poema: Fotografía por
Pedro M. Martínez ©
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